29 agosto 2016

Con tal de no currar

Es curioso lo que uno puede hacer con tal de no currar. La gracia está en qué sea el curro en ese momento. Así si uno tiene que mandar mails de marketing anunciando sus servicios, algo como limpiar la cocina aparece de repente como opción muy apetecible. Sin embargo cuando la limpieza de la cocina está en el orden del día uno preferirá ordenar facturas... y así un largo etcétera.
Pues ahora estoy escribiendo por no mandar información a unos pesados, con los que sé que no voy a trabajar en la vida, pero no puedo cometer la irresponsabilidad de no actualizarles...
Mientras me duchaba estaba escuchando una canción de Calamaro ...el recuerdo de tu pelo enredado... decía, con una tremenda melancolía. Y así lo sentí yo, me imaginé una cara sonriente con el pelo enredado por el viento en la playa, y sentí esa gran melancolía... pero no por la persona dibujada, que podría haber sido cualquier chica, sino por la imagen en sí.
Hace un par de meses, tras mi enésima ruptura amorosa pasé un par de días malos en casa, se me caían las paredes encima, hasta que me convencí de que esas paredes que caían no eran quienes delimitaban mi casa. He vivido en varios sitios distintos y he viajado, y siempre he conseguido hacerme sentir a mí mismo en casa. El único elemento común era yo mismo. Yo soy mi casa, da igual dónde esté, el país, la situación, con quién esté... la capacidad de hacerme sentir en casa la tengo yo mismo, dentro. Y fue tremendamente liberador. Todavía sigo viviendo en la misma casa, la cuido y la tengo bonita, pero la veo con otros ojos, no son las paredes ya quienes me reconfortan.
Hoy en la ducha creo que extrapolé este pensamiento al terreno amoroso gracias a Calamaro. No importa tanto quién tenga delante, sino la intención que yo tenga de querer. He estado con chicas más o menos "apropiadas" para mí. Y algunas he querido menos, a otras más, y a varias he querido con todo lo que podría querer... pero veo que no se correspondía con cómo eran ellas, sino con cuánto quería querer yo en cada momento.
Puede sonar un poco feo, pero en realidad es también muy liberador, te quita de la cabeza la idea de encontrar la persona ideal, como si solo hubiese una en el espacio y el tiempo, y si nunca has coincidido con ella significa que nunca encontrarás la felicidad plena a través del amor. Pues no, no creo que sea así. Mi última novia no tenía intención ninguna en hacerme feliz. No quería mi sufrimiento tampoco, cierto es, pero desde luego ya no me quería. Y yo aún sabiéndolo quería buscar soluciones, alternativas, y es que me cuesta asumir la realidad cuando significa que pierdo. Pero no hay cosa peor que una relación desequilibrada, y un golpe final doloroso me hizo abrir los ojos y decir "basta ya, déjalo ir".
La cara en mi mente con el pelo revuelto no la conozco, pero la quiero con todo lo que puedo querer. ¿Cómo es posible? quiero la felicidad, la complicidad, el deseo, la honestidad total... pero no está ligado a una persona determinada. Mi amor por ella no está en ella, no podría ser así. Al igual que mi hogar está en mí, mi amor por alguien también está en mí. No importa tanto quién venga o quién vaya, yo querré con lo que pueda querer en cada momento, y esto no es banalizar personas o relaciones, todo lo contrario, es darle toda la importancia del mundo a cada persona que se cruce en tu camino, sea por una noche, una semana, un mes o el resto de tu vida.


02 abril 2016

Actualizando...

Madre mía, si me había cambiado la vida entre la última entrada y la anterior, no te quiero ni contar lo que ha vuelto a cambiar... bueno, si te quiero contar, para eso estamos.
Después de currar en Avista, un fulanito con el que compartía piso me recomendó un restaurante en el que él trabajaba. Estaban por entonces abriendo dos nuevas localizaciones en Londres así que era fácil que me cogieran.
Me presento allí, prepararon una especie de evento para unas doscientas personas en el restaurante de Soho. Todo gente joven, mayormente no ingleses, muy variado. Había de todo, desde gente que estaba de paso en Londres en su año sabático y querían probar la experiencia, alguno que sí quería hacer carrera en hostelería, estudiantes y, sobre todo, gente que estaba empezando su carrera y necesitaba un curro para pagar facturas: fotógrafos, diseñadores, mogollón de músicos...
Salen unos personajes y nos cuentan lo chupi guay que es la compañía, fotos de fiestas y buen rollo. No tiene mucho sentido dejar que la bilis te corroa, así que (algo que he aprendido en este país) lo mejor es dejarse empapar por la ñoñería y entrar al trapo.
Nos dividen en grupos y nos ponen a hacer tareas varias, que si escribir y cantar una canción, preparar una presentación de venta de un producto y más chuminadas. En todo momento hay fulanos rondando tomando notas de lo que hacemos, pero aún así todo es bastante divertido. Como éramos mucha gente sólo sucedía unas tres o cuatro veces que tenías que hablar para todo el mundo... no tengo mucho miedo escénico, así que no era un gran problema para mí. Por otra parte parecía que tenía una flor en el culo, ya que en mis tres intervenciones pasó algo parecido a esto:

Empiezo a hablar sobre lo que me piden, tirando a seriote y con propiedad. Al final de mi intervención me encuentro con algo que no entiendo o que no sé resolver, así que con la misma seriedad del resto del discurso termino con un "esto no lo entiendo" o "ya no se más". Por algún extraño motivo la gente cree que es un giro irónico propio de una mente cómica privilegiada y se produce un partimiento de culo general. Yo, en mi lerdería, sigo con mi cara de sota mirando a unos y otros sin tener ni puta idea de por qué se ríen, lo cual hace "Efecto Eugenio" y provoca aún más risa. El que luego sería mi general manager pasa por detrás y me hace un fist bump (no es nada sexual en el culo, es un saludo en plan guay).

Transcurre el día, conozco mucha gente con la que tengo intereses comunes (actores y fotógrafos sobre todo) e intercambiamos números. Las oportunidades hay que aprovecharlas, nunca se sabe.

Al día siguiente me llaman y me dicen que me han dado el curro. Guay, me viene muy bien ya que significa más dinero y menos horas, o sea, más tiempo para dedicarme a mis cositas.

El restaurante está en Angel, una zona muy maja donde la mayoría de los clientes van a ser vecinos o profesionales de la zona, gente guay con barbas y ropajes con puntillas.

El comienzo la verdad es que fue genial. Todo gente joven que abríamos un restaurante nuevo. Casi todos los días nos íbamos juntos a comer al parque de en frente, y al terminar el curro cervecitas y buen rollo. A mí me venía como hecho a la medida. Me daba el suficiente dinero para llevar una vida digna y la flexibilidad de hacer todas las grabaciones que me fueran saliendo. Me forzaba a hablar varias horas en inglés todos los días con gente distinta y adquirir unas pocas de social skills, que nunca he tenido mucho de eso.

Muy poco a poco sube la frecuencia de grabaciones. De darme un curro cada dos o tres meses pasan a darme uno gordo al mes. Me aceptan mas agencias y empiezo además a hacer curros pequeños en casa. No da para vivir exclusivamente de ello, pero la dirección es la correcta.

Pasa un año y estoy totalmente asentado en el restaurante. No quería permitirme a mí mismo el echar raíces ya que el curro en el restaurante es algo temporal, accesorio, pero me doy cuenta de que voy a currar con gusto. No paras quieto, pero puede ser muy agradable. Estás con colegas de buen rollo en un ambiente donde la gente va a pasarlo bien. Es un poco como el concepto de las citas rápidas: conoces a un fulano, pareja, grupete... y en un momento estás metido en el rollo que llevan, intentas que estén a gusto y, la mayoría de las veces, te lo agradecen. Es cierto que siempre hay gente que no merece ni el aire que respira, pero también aprendes a lidiar con ello. Realmente aprendí muchas cosas a nivel personal, carencias que tenía por no haberme enfrentado nunca a situaciones similares... de hecho, si algún día tengo hijos voy a intentar que pasen por esa experiencia lo antes posible. 

Siendo sincero hubo un objetivo que nunca conseguí, y es el sentirme genuinamente orgulloso de lo que hacía. Si alguien por ahí me preguntaba a qué me dedicaba yo decía que era locutor y que hacía unas horas de camarero como ayuda. No es cierto, yo era camarero, estaba comenzando un negocio por mi cuenta pero yo era camarero. Con más de treinta años, amigos y familiares con familia e hipotecas y solo una vaga promesa de futuro. Apreciaba la dureza del curro, todo lo que me estaba enseñando, me repetía a mí mismo que era el camino correcto, pero para nada estaba convencido de ello. El riesgo de que mi carrera de locutor nunca despegase estaba ahí, y eso me dejaría con casi cuarenta años atrapado en un curro de camarero y totalmente desfasado como para volver a mi curro anterior de informático (lo cual por otro lado sería un suicidio emocional). Hace poco escuché en la tele un fulano que decía algo así como "hay un momento, cuando pasa mucho tiempo, que los sueños se convierten en fantasías, y como tales ni tú mismo te las crees".

Durante tres años hay periodos de más y menos curro (de locutor, me refiero) pero a grandes números para que la facturación aumenta muy poco a poco.
Hay ciertos cambios en el restaurante, y todo el buen rollo que teníamos, el currar partiéndote el culo, las fiestas a puerta cerrada, el irnos todos por ahí... va desapareciendo. Es muy triste ver que algo que en su día fue tan bonito día a día se va transformando en un curro más. Mis días allí están contados.

Me entran curros muy interesantes que consigo hacer bien. Todavía no lo sé pero mi nombre empieza a sonar por los estudios, las agencias y entre el resto de locutores. Llega el día en el que, económicamente hablando, podría permitirme dejar el restaurante. Dejo pasar unos meses para ahorrar e invertir en el estudio. Lo dejo de capricho, de hecho he grabado en estudios con menos equipación que la que tengo delante en estos momentos. Parece que sigo buscando escusas para no dejar el restaurante. Quizá el ser locutor está demasiado incrustado en el hueco de "fantasía" y me da miedo el que vuelva a pasar a "sueño".

Una cosa mala que tiene currar en un restaurante son los horarios. Es cierto que los puedes cambiar y trabajar más o menos horas según tu conveniencia, pero, a priori, no sabes qué días libres tienes, trabajas hasta tarde y es muy complicado conciliarlo con una vida "normal". Mi relación con Laura se resiente por ello así que cierto día, tras una discusión sobre este tema, aviso en el restaurante que lo dejo. Hay que avisar con diez días de antelación, pero yo les doy dos meses. Están un poco jodidos de personal y quiero darles tiempo a que reaccionen.

No considero que haya tenido mucha suerte en los últimos años, en mi vida me han regalado muchas cosas, la mayoría no las he apreciado o ni siquiera había sido consciente, pero mi carrera de locutor no es una de ellas. Sin embargo parece que tantos años de tumbos e indecisión deciden darme un respiro, una ayudita más bien. Precisamente el mes que dejo el restaurante es mi mejor mes con diferencia. Me salen varios anuncios de TV (sólo con uno de esos ya tienes el mes arreglado) más un par de proyectos grandes y varios medianos-pequeños. Me admiten en algunas agencias que antes no me habían hecho caso y hago amistad con locutores de alto nivel, que ya asumen que estoy para quedarme y me aceptan como uno más.

Poco a poco voy olvidando el día a día en el restaurante, y la verdad es que mi calidad de vida cambia como de la noche al día. Tengo fines de semana y mucho tiempo para poder hacer cosas que quiero, como ir al gimnasio, sesiones de yoga, clases de pronunciación de inglés para locutores... y parece que sigo currando. Precisamente acabo de pasar Marzo, el peor mes del año para un locutor, con cierta dignidad y todo apunta a que las cosas van a mejor.
Y así estamos ahora, muy ilusionado con mi curro. No imagino nada mejor que la sensación de ir a un estudio de grabación de los gordos, de esos que parecen de ciencia ficción, gente agradable que te tratan como a una joya, estar en la cabina con el script delante prepararándote mentalmente para la "actuación" (que en cierto modo siempre lo es), sentir cómo al otro lado del cristal todo el mundo te está mirando como quien mira las manos de un mago intentando descifrar el truco, escuchas al ingeniero de sonido "recording" y todos los nervios desaparecen al instante dejándote sólo con tu propia voz.
Todavía queda mucho por hacer, quiero poder trabajar en inglés, mejorar mis demos, seguir mejorando el CV, quizá poder cantar también para pelis, y, más adelante, darle un empujón a mi carrera de ingeniero de sonido, que ahora está totalmente paralizada. Al menos ya puedo decir, ahora sí con orgullo pleno, que soy locutor full time, y que no voy a parar de mejorar hasta el día en que no pueda hablar.

25 diciembre 2013

Que gustito que da


Hola blog, cómo estas? estas bien majo? muerto de inanición? bueno hombre, no hay mal que por bien no venga, ya se me ocurrirá el "bien".
No te pregunto, veo que tú igual no? más que nada porque soy yo quien te pone cositas, y pocas cosas te he puesto últimamente... que ninguna? seguro? bueno pues te cuento un poco, a ver si no me olvido de nada.
Después de mi enésima relación fallida, esta vez con la señorita Ana, me volví a Londres. Por qué? buena pregunta, y simple respuesta que no he conseguido que nadie entienda. Porque nunca me fui. He vivido en varios sitios pero realmente no me siento de ninguno, ni ellos pertenecen a mí ni yo pertenezco a ellos. Después de mi primera temporada en Londres, que fue de unos siete meses, volví a Galicia a pasar un tiempo, pero eso es todo, fui a pasar un tiempo, no volví a casa.
Además quería vivir plenamente Londres, algo que no había hecho hasta entonces, y algo para lo que creo que hace falta tiempo.
Pues eso, que de vuelta a Londres estuve parando en varios hostels (albergues) en lo que recuerdo como una temporada dura de cojones. En primer lugar la relación con mi ex era lo suficientemente mala como para que el recuperar todas mis cosas que estaban en su casa fuese extremadamente difícil. Le sumamos a eso el que llevaba más de un año sin ingresos estables y decentes, ahorros prácticamente consumidos, sin curro, y sin nadie que fuese un apoyo.
-Y entonces qué Alex?
Entonces decidí empezar por lo más básico, me apunté a varias agencias de curro para hostelería. Al pricipio trabajaba muy poquito, con lo que no llegaban los ingresos siquiera para pagar el hostel. Así que me trasladé a uno más barato. La verdad es que fue todo un acierto ya que el sitio estaba de puta madre. El único motivo por el que era más barato es porque estaba cerca de Canary Wharf, una zona bastante alejada del centro. Sin embargo tenía el desayuno incluído, todo un puntazo. De este modo estirando el desayuno y teniendo en cuenta que casi siempre te proveen de una comida en los turnos de curro, sea un restaurante, hotel o un evento, tenía el tema de la alimentación cubierta.
Entonces es cuando comencé a trabajar en el Avista. Un restaurante italiano que pertenece a un hotel de la cadena Millenium. Me llamaban dos días a la semana, luego tres, cuatro... y al final tenía ya los cinco o seis días a la semana. El domingo no se trabajaba allí así que aprovechaba para currar en eventos como partidos de fútbol o rugby.
Parece que ya es momento de buscarme un alojamiento. Así que, por casualidad, hablando con un fulanito que trabajaba en el hostel, me dice que él acaba de dejar su habitación en un sitio majo. Llamo y resulta que el administrador es David, un gallego raro como pocos pero con quien acabo haciendo amistad.
Recupero mis cositas así como el estudio de grabación y me instalo.
En el restaurante voy echando raíces, les pido que me hagan fijo pero pasa el tiempo y nada, me dicen que espere una semana, y otra, y otra... Así que me paso una buena temporada currando con la agencia para ellos, lo que significa unas 45-50 horas a la semana en un curro duro de cojones, duro de cojones. Dolores de piernas, espalda, tomando pastillas como pipas...
Para entonces mi calidad de vida había cambiado drásticamente. Ya podía comer dos y tres veces al día.
Dos cosas importantes suceden mientras trabajo en el Avista. La primera de ellas es que conozco a Laura. Una muy guapa chica gallega que trabajaba en un hotel al que me mandaban de vez en cuando. Desde el primer día todo ha ido rápido pero suave siendo cada uno el mayor apoyo del otro.
Otro hecho importante, y muy peliculero, es mi encuentro con Marcus Paleti y el comienzo de una nueva carrera.
Sería principios del año pasado, después de las navidades más tristes de mi vida, lejos de mi familia, trabajando con gente extraña por cuatro miserables duros. El comienzo de año es terriblemente tranquilo para la hostelería en Londres. Así que me encontraba yo preparando una tabla de selección de panes, muy despacito, mirando por la ventana cómo nevaba fuera pero siendo el día luminoso. Una compañera me dice que los clientes de una mesa preguntan por mí, una mesa a la que no había atendido.
Eran dos tipos, un indio y un negro que llevaban varios días viniendo por la tarde. Pedían algo de beber y un par de postres mientras trabajaban sobre unos bocetos.
Quien me habló fué Marcus, el indio. De forma muy directa me dicen que están haciendo un anuncio para una marca de moda, en él hay un personaje masculino. Te hemos visto mientras preparabas el pan -dijo Marcus- y ha sido como ver materializado el tipo que tenía en mente. Te apetece hacerlo?
Mi inglés por entonces era bastante justito, pero por si acaso respondí un rotundo sí. Le dije que en ese momento no podía hablar con él, ya que no se me permitía hablar de asuntos privados con los clientes, pero que que si me daba su contacto ya arreglaríamos.
Al día siguiente le llamo y la cosa ya no suena igual, quedamos en que se pondrá en contacto conmigo pero que tengo que esperar unas tres semanas y que también tienen a varios actores en la lista.
Pasan tres semanas, y cuatro, y cinco, y prácticamente me olvido del tema.
Un buen día me llama Marcus y quedamos en otro hotel para que me vean un par de personas de la producción. Ok.
Voy al encuentro bastante nervioso pero emocionado, dispuesto a seducir a quien haga falta. Allí me encuentro con Natham, el negro que ya conocí en el Avista y la tipa de vestuario. Los tres me hacen preguntas y me sacan fotos. Yo intento hacerles ver que estoy absolutamente acostumbrado a la cámara. No me entero de la mitad de las cosas que me dicen, pero sonrío como si fuese el tipo más majo del mundo.
Una de las preguntas que me hacen es si tengo un buen traje... por supuestísimo que lo tengo (si llega el momento ya lo solucionaremos). Nos despedimos calurosamente y me dicen que tienen que entrevistar a unos cuantos actores y que ya me llamarán con lo que sea.
Pasa más de un mes, llamo a Marcus pero el teléfono está desconectado. Totalmente desaparecido de la faz de la tierra. De esta vez ya me convezco de que la fantasía ha llegado a su fin.
Sin embargo cierto tiempo después (ya no recuerdo de cuánto) me llama Marcus y me dice que estoy dentro. Por unanimidad han decidido apostar por mí, ya que si bien no soy actor, confían en que el personaje es tan similar a lo que ellos creen que soy, que debería ser más un ejercicio de naturalidad que de interpretación. Guachi.
Con los pocos cuartos que había conseguido ahorrar en el Avista me hago con un traje muy chuli. Sinceramente la idea original era el devolverlo después de los días de grabación, pero no fué posible.
Quedamos otro día Marcus y yo para darme el script y explicarme cuatro cosas. Es un tío majo, me invita a cenar y veo que tiene las ideas muy claras, cosa que me gusta. También me hace ver que ese anuncio es muy importante para él ya que el cliente es potente, el equipo técnico es bueno... vamos, que la única pieza dudosa soy yo, que soy una corazonada suya.
Por supuesto la fecha para la grabación se retrasa, pero ya sé que esa es la tónica con este hombre, no problem.
Llega el día de la grabación. El resto del equipo empieza a trabajar muy pronto, a las siete si no recuerdo mal, en Charing Cross, el hotel que está en la estación de metro del mismo nombre.
Cuando llego el despliegue de medios me deja acojonado, ni de lejos me imaginaba que fueran a disponer de semejantes elementos técnicos. Justo en ese momento estaban grabando una secuencia donde la chica baja por las escaleras con un vestido muy bonito. No quería interrumpir pero pararon para saludarme, parecía que había mucha expectación conmigo, sabían de la novelesca historia de mi contratación. Me quedo al margen intentando ser de ayuda y disfrutando de la cantidad de maquinitas que había allí.
La cosa se retrasa cantidad, pero no me importa, la verdad es que estoy gozando como un enano. Tengo café y bollería gratis lo cual es todo un regalo.
Finalmente terminamos en Charing Cross con más de seis horas de retraso, no hemos hecho ninguna de mis escenas. Se deshacen en disculpas conmigo pero estoy encantado de la vida, maquinitas guays y comida.
Vamos a otra localización donde yo tampoco grabo nada, estamos tres horas a la intemperie pasando bastante frío. Buino, ya se me cae un poco la ilusión pero no pasa ná.
Finalmente vamos al puente, en esta escena yo sí que aparezco, es la escena final del anuncio, tiene primerísimos planos lo cual me parece bastante arriesgado como para mi bautizo, pero ese tipo de consideraciones parece que no estaban contempladas en el plan.
En la primera escena que hago aparezco entre unos árboles y me dirijo hacia la moza. Hacemos dos tomas que resultan una chufla. Una ola de nerviosismo crece sobre el equipo en torno al "fichaje sorpresa". Sin embargo la presión parece tener un efecto positivo sobre mí y las tomas empiezan a salir. Veo en las caras del equipo sensación de alivio, y con ello me crezco. Y tanto me crezco que al repetir una toma del puente me caigo y me pego una ostia de cojones en una rodilla que ya tenía malita. Por supuesto el traje se rompe, muy poquito pero lo justo como para que no se pueda devolver. En mi mente se dibujan billetes de dibujos animados con alitas.
Repetimos alguna vez más para tener más ángulos y terminamos el día. Nos felicitamos todos y Marcus me lleva de paseo. Me dice que está satisfecho conmigo. Que por supuesto tenía sus dudas pero que está contento con mi profesionalidad, tanto en los momentos en los que he currado como en los que tenía que esperar.
Al día siguiente quedamos tempranito, y yo tengo que estar a primera hora ya que todo el día va a ser conmigo, la chica ya no graba más.
Llego diez minutos tarde ya que la casa donde grabamos está metida en una urbanización y no es sencillo orientarse. El resto del equipo ya está allí excepto Marcus. Nadie sabe nada de él. Aparece como hora y media tarde ante el mosqueo general con no sé qué milonga.
Tardamos un huevo en montar todo el equipo en la casa. Tuvimos que mover muebles, instalar un chiringuito para maquillaje y peluquería en el cuarto de los niños... parece increíble cómo al final estábamos ciento y la madre en el salón: dos cámaras grabando (cada cámara necesita un fulanito extra que controla el enfoque), dos tipos para las fotos, tres para la iluminación, la de peluquería y maquillaje, la de vestuario, director y asistente y un par de invitados que no tengo ni puta idea de qué pintaban allí.
-Bueno, tu ahora natural, como si no estuviéramos aquí.
Cómo no, empezamos con los planos más difíciles, primerísimos planos que tienen que ser muy expresivos. Las cosas van saliendo bastante bien, el amigo Marcus de deshace en explicaciones de las que no entiendo ni la mitad. Cuando me dieron el script me imaginé las escenas y les puse música, de ese modo cuando tenía que repetir una y otra vez me iba a la habitación de al lado, me ponía la musiquita con los cascos y volvía a concentrarme. No sé si es un método muy ortodoxo pero me ayudó mucho.
Después de mucho curro terminamos en la casa. Lo más complicado estaba hecho, quedaba bastante por hacer pero era ya todo exteriores y supuestamente más sencillo.
Volvimos a cambiar de localización. Quedaban unas tres o cuatro escenas con un coche (que al final no se incluyeron) y corriendo. Mientras montábamos todo para la del coche apareció por allí Noel Fielding, uno de los protagonistas the "The Mighty Boosh", una serie por la que yo estaba enganchadísimo por entonces. Pues sería el equivalente a ver un chanante. Estaba loco por ir a saludarle y sacarme una foto con él pero no pudo ser. Un saludo con la cabeza con gruñido es todo lo que me llevé, pero para mí vale oro.
-Hi.
-Hi.
Aunque ya teníamos todo el material decidimos repetir unas cuantas tomas por si acaso y para tener más ángulos, pero la sensación de trabajo terminado ya estaba ahí y, aunque era bastante tarde y hacía un frío de cojones, seguimos grabando un par de horas más.
Los días siguientes fueron bonitos pero muy melancólicos, me daba rabia que eso que tanto había disfrutado dejase de ser mi "día a día" para entrar en la sección de "recuerdos". E inevitablemente así fue. Durante meses no supe nada de nadie del equipo. Me intercambié un par de mensajes con la modelo, una chica muy maja, que me dio un par de -contactos y me animó a seguir haciendo cosas.
Esta historia termina aquí, pero gracias a ella me animé a apuntarme a un par de agencias para extra, anuncios y modelo.
La cosa va muy despacito, pero al menos ya he hecho un poquito de cada, que supuestamente es lo más difícil.
La verdad es que con el ritmo que llevo ahora ya estoy bastante satisfecho. El currar en el restaurante me da la libertad de poder cogerme una semana libre para grabar lo que sea, y lo que se paga en ese otro tipo de curros compensa de largo. Cuál sería la situación ideal? Qué le pido al siguiente año? pues poquito a poquito más curro. Si puedo vivir con estas cositas y le pego un empujocito al estudio de grabación me doy más que por satisfecho.
Al menos esta es la primera vez en mucho tiempo que puedo decir que este año ha sido mejor que el anterior.
Si, a ver si reservo unos minutos para escribirte blogito mío, que el efecto terapéutico es mu güeno.
Besines.

20 agosto 2012

A un par de síes

Si las negociaciones no se tuercen es posible, recemos por ello, que los próximos BMW que se vendan en España te hablen con una voz muy chuli, una voz sensual y molona...

20 julio 2012

Madre, qué pereza

Estar en un coro profesional tiene cosas buenas, las obvias, como malas el que hay que estudiar, y bastante más de lo que imaginaba.
Ha sido bastante gracioso lo que acabo de vivir, tengo que aprenderme el romancero gitano para el domingo, eso es poco tiempo. Así que ¿qué es lo que hago? por supuesto esta mañana ir a correr y su poquito de gimnasio, oye, el cuerpo es sagrado y no lo vamos a descuidar.
Comida hiper sana y una breve siestita que me estaba pidiendo el cuerpo.
Me siento en la mesa del estudio... las partituras descansan sobre un altavoz, en cualquier momento les echaré la mano para ponerme manos a la obra... pero primero me voy a terminar un artículo super interesante sobre Toni Kukoc, es un artículo del Jot Down, de esos cortitos que te lleva bien su media hora. Bueno, parece que ya toca ponerse a estudiar. Echo la mano al libro y eso pesa como un muerto... venga, abrimos por la primera página... jodé qué pequeñito está todo... buffff, acto seguido dejo pasar las páginas resbalando en el pulgar para llegar a la última... Cristo Bendito, cuarenta y seis páginas... comienzan los remordimientos.
¿Así que qué es lo mejor que puede hacer uno? Pues perder otros diez minutitos escribiendo esta entrada... bffff, qué rabia... mira que es algo que no me había planteado ¿eh? pero parece ser que el músico profesional tiene que estudiar de por vida... vaya mierda.
Bueno venga, me pongo... eso sí, primero me hago un cafelín y ya sí que sí.