19 abril 2011

Albert el salvaje

Yo no soy un tío muy particular, creo que soy la anodicidad personificada, pero, a saber por qué cojones, tengo una facilidad pasmosa para juntarme con los mayores elementos que ha parido madre.
El último es Albert, un filipino que es el que da los talleres de percusión y distribuye marihuana. Algo creo que ya había contado.
Últimamente estoy quedando bastante con él (no por cuestión de negocios) como es un tipo que no para quieto siempre se aprenden cositas de él. Ayer por ejemplo estuvimos tensando un par de tambores, una labor que requiere bastante esfuerzo físico y que hicimos disfrutando de la silenciosa compañia, del lago, de los pájaros... pero siempre que estoy con él aparece gente, y éstos sí por cuestión de negocios, lo cual me permite conocer más gente.
En concreto ayer nos juntamos con un tipo de Sudáfrica y otro de Canadá, ambos grandes amantes de la marihuana.
Después de charlar un rato prepararon un bong y, aquí se manifiesta el espíritu didáctico de Albert, comenzó a enseñarles a depurar la técnica fumando en el bong, manda huevos.
-Seguro que tú también fumaste, zagal!
Pues no, y no porque sea aquí yo el tipo sano, es que eran las once de la mañana, y si fumo a las once de la mañana allá va el día entero, todo atontao.
Pues chico, menudos animales, menudos salvajes. Mucho he visto fumar, a grandes fumadores, incluso en su día yo fuí un fumador nada desdeñable... pero lo de ayer fué acojonante.
Después de fumar no se cuantos bongs por cabeza (cada bong lleva más o menos la misma cantidad de marihuana que un porrete normal) pongamos unos cuatro. Cuatro! cuatro canutos en cosa de media hora por cabeza y a las once de la mañana... yo estaba entre escandalizado e impresionado.
Hablando de fumar y esas cosas el filipino pega un salto, pero literalmente hablando, sentado en un diminuto taburete pega un brinco como si llevase un resorte en el ojal y se mete en un rinconcito de donde saca algo así como un termo pero muy grande.
Bucket Bong!!!!!!
Otro de los allí presentes lo conocía como TurboBong.
El invento no es más que un cubo lleno de agua con una botella de plástico a la que se le ha cortado el culo, dentro de él. En la boca de la botella se coloca un corcho a modo de adaptador entre dicha botella y un pequeño recipiente donde se pone la marihuana.
El funcionamiento es simple: se enciende la marihuana y se tira hacia arriba de la botella, a modo de jeringuilla ésta chupa aire por el recipientito de la marihuana consumiéndola toda. Dentro de la botella queda almacenado todo el humo de la marihuana. Así lo único que queda por hacer es retirar el corcho, poner uno los morros y empujar la botella hacia abajo, todo el humo se inyecta como a presión en los pulmones.
Más o menos lo que estaban haciendo estos salvajes es fumarse así como canuto y medio de una calada. Encima el amigo filipino le había dibujado una escala en la botella, de modo que al final se podía ver si alguien había dejado algo de humo, y medible con una precisión pasmosa.
-Noventa y cuatro por ciento!!!!
-Noventa y seis, noventa y seis!!!!!
El filipino que se pica, y se fuma como otros cuatro más, el canadiense se pica más, porque como no sabía fumar del bong y había hecho un poco el panoli ahora quería demostrar que era un macho muy macho... demencial. En serio, no sé cómo nadie murió. En esto el filipino entra en catársis, se planta unas gafas de sol, se coloca una cuerda con cascabeles en el tobillo, y empieza a cantar y dar palmas, pero todo loco el tío. Poseído por a saber qué espíritu. ¿Alguien se acuerda de la escena esa, mitiquísima de Indiana Jones en la que el fulano chalao le arranca el corazón a un pobre bendito? Un cagarro, ese no ha hecho ni un ochenta por ciento en el bucket bong.
Una caña tío, muy chalao el puto fulano este. A mí ahora me da un poco de miedo.



Ubicación:Shirley Ln,Byron Bay,Australia

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