08 mayo 2008

¡Ernesto, capullo!

Hoy un chico del trabajo me ha vacilado. Me ha dicho que llevaba unos pantalones de payaso y me ha querido quitar el bocata. Es un bruto. ¿¡Pero qué se cree este tío!? ¡Si la semana pasada le ví desde lejos cómo se comía los mocos y no se lo conté a nadie!

Como al final me ha hinchado las pelotas, he llamado a mi madre y le he contado lo que me había dicho el muy pringado. Mi madre dice que caraculos así hay por todas partes, y que no me tengo que dejar influir por ellos. ¡No te jode, ella no ha estado aquí para recibir sus insultos! Odio a ese cabrón. Le habría partido la cara delante de toda la oficina, pero no quería que nos pillara el jefe montando una escena. He pensado esperar a mañana, y si no se disculpa, echarle un buen japo espesito en el café. ¡Además el tío esta siempre tocándome los cojones! Que si marica por aquí, que si nenaza por allá... la madre que lo parió.

Es sólo cuestión de tiempo que acabemos dándonos de ostias. Y pensar que antes siempre venía a pedirme que le diera de mi zumo. ¡Pues ahora te va a dar zumo tu puta madre!
Te voy a spamear el correo hasta la muerte, bastardo.

Para tu culo:


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