10 septiembre 2009

Uno que se obsesiona (I)

Y es que me obsesiono, me entra el entusiasmo y se me nubla el raciocinio, se me queda un cacho de cerebro bloqueado y me tiro todo el día con un rum rum que me lleva en muchos casos al absurdo.

Voy a hacer un ejercicio de memoria, a ver cuántos casos recuerdo… seguro que no pocos:

[Nota a posteriori - El que avisa es avisador: siendo fiel a mi persona (ser un tipo tirando a espeso) me veo en la obligación de avisar que en algunos puntos se me ha ido la mano… no he podido resistir la tentación, mientras comentaba ciertas “aficiones” he ido recordando alguna situación relacionada y la he soltado como quien planta un pino. Hay algunas que vienen a cuento y otras las he metido por mis santos, es lo que hay.]

1.- Flejes yo-yo:

Cierto día descubrí cómo se hace ese “juguete?¿?” que no es más que un fleje enrollado en forma de espiral (esas cintas de plástico que se usan para cerrar paquetes). Atando el centro al dedo hace las veces de yo-yo rudimentario, con la gracia de poder zurrarle a alguien en los morros o… no sé que más la verdad. El caso es que tras un complicadísimo proceso que comienza con enrollar el fleje, atarlo y sumergirlo en agua caliente y termina con esperar unos minutos, tienes tu propio juguete… Maravilla, por aquel entonces sólo había algo mejor que “gratis” y era (y sigue siendo) “te lo haces tú mismo”. Me dediqué un par de días en cuerpo y alma a hacer flejeyós, los llevaba en una bolsa de deportes al cole con intención de venderlos.

Me di cuenta que había tocado fondo cuando caí en la cuenta de que en mi mesilla de noche el cajón 1 (comenzando por arriba) estaba lleno de calcetines, el 2 por calzoncillos, el 3 y el 4 por flejeyós, todos perfectamente apilados y ordenados… no sé qué fue de ellos, me la juego a que acabaron en la basura.


2.- Manualidades de Leticia Sabater:

Ya de pequeño me gustaba arremangarme y hacer cosas, de esas que llaman manualidades pero a mí me daba mucha rabia que lo llamasen así, para mí era diseño, marquetería, bricolaje o, simplemente, arte (nadie es perfecto).

Por aquel entonces la popular presentadora tenía un programa con un espacio reservado para “manualidades”, de vez en cuando lo veía por eso de contrastar ideas y técnicas... y por ver a la desequilibrada esa dando botes. Recuerdo uno donde te enseñaban a hacer un barquito autopropulsado gracias a una goma que se enroscaba, qué grande, sencillo y eficaz. De ahí nacieron toda una serie de vehículos con chasis de lata-sardinas (el que usa Audi actualmente) y multitud de barcos y más barcos. Esto mezclado a otra de mis pasiones, gasolina y sus curiosas propiedades (más detalles en “Gasolina”), se convertía en batallas acojonantes en la piscina donde barcos autopropulsados en llamas eran derribados a pedradas. El tema se terminó cuando un día me pillo mi madre apedreando barcos que dejaban una mancha tipo Prestige en la piscina… ella fué la primera en enunciar el hoy mítico “Nunca mais”.

Por otro lado la gran Leticia también me enseñó qué es eso del papel maché…


3.- Papel Maché:

La receta original me la dio la gran Leticia (por cierto, ¿cuántos años tendrá esa mujer? Si cuando yo era mocete ya estaba dando guerra…), posteriormente tras consultar libros y preguntar un poco fui desarrollando una técnica propia que me daba un gran resultado, excelente resultado… poder hacer regalitos chulis con pocos euros euros dubi duuuu.

Y es así como nació esta pasión; en el cumpleaños de una amiga tenía exactamente trescientas pesetas para hacerme con un regalo. Estaba claro que no podían ir los tiros por ahí, así que recordando los sabios consejos de mi mentora me hice con periódico, harina, agua, y un saco de alocadas ilusiones. La idea original era un cocodrilo, pero, no recuerdo bien por qué, me decidí por un lagartijo, quizá por el “no vaya a ser que por accidente haya visto el mismo programa y quede yo de pringao por ver el programa de Leticia Sabater con 15 añazos que tengo”. La verdad es que tenía poco tiempo así que el trabajo iba totalmente contra reloj. Aceleré el proceso de secado con el horno (cosa que hizo salir unas pústulas asquerosillas al pobre Alagartijo) pero quedó aceptable. Con el pintado me puse un par de horas antes de la cita, se hizo lo que se pudo… lo que es seco seco no estaba. La envoltura también fue muy artística ya que se mezclaron dos factores poderosos: uno el emperramiento mío en que tenía que ir dentro de una caja de zapatos; dos, no entraba. Grande es aquel que de un problema obtiene una oportunidad, un éxito; esa fue la idea que me motivó… según a quien preguntes quizá use otro término… “chapuza” creo que lo denominan.

Así que lo que entregué en mano fue una caja envuelta en periódico con un pincho de unos veinte centímetros que sobresalía por uno de los costados (que era la cola del reptil) también envuelto cuidadosamente en papel de periódico. He de reconocer que tuve momentos donde la confianza flaqueaba, uno de ellos fue cuando el otro gallo del corral descubrió su regalo, ni más ni menos que el parche de Gun´s Roses para poner en la cazadora vaquera que la tipa llevaba meses ansiando… mierda, Dios mío qué ridículo más grande… a chuparla.

Lo suyo sería decir “su cara fue un poema cuando abrió mi precioso regalo…” en este caso su rostro iba mostrando un sinfín de emociones, algunas sólo reservadas para ciertos animales ya extintos. El resto de asistentes también parecían un poco confusos, digamos que las frases que más sonaron fueron “¿Qué coño es eso?” y “¿Qué cojones es eso?”. A lo que sólo fui capaz de responder: es “Alagartijo Rodríguez” (lo de Rodríguez supongo que por mero narcisismo).

La frase de agradecimiento de la chica encajó perfectamente con la extraña situación, ya que con cierta cara de asombro y una extraña sonrisa soltó un:

-Está frío.

Pero lo gracioso es que lo decía como si fuese una virtud extraordinaria del muñeco, como si me hubiese currado una complejísima técnica que baja la temperatura las cosas… verdes… cuando lo que ocurría es que no estaban secas del todo las cincuenta capas de pintura que me pareció buena idea echar 10 minutos antes de salir de casa. Grácilmente solté un…

-Es que es un tipo serio. Ya sabes… reptiles

…para salir del paso y a otra cosa mariposa. No fue un comienzo muy triunfal, pero germinó en mí la semilla de aquel que no quiere gastarse un duro en hacer regalos.

Muchos años después, una mayor experiencia y técnica más depurada se materializaron en algo que terminó siendo una seña de identidad propia, no es más que una pequeña figura a modo de caricatura del cumpleañero en cuestión, me lo solía currar con un embalaje chuli en el que incluía además algún boceto del muñeco, detalles de cara, manos, diseño de la estructura interna de malla de alambre… tiempos felices aquellos en los que sobraba el tiempo. El tema se murió cuando ya se daba por hecho que se recibiría la caricatura correspondiente. En este caso la obsesión como tal si tomó el carácter un tanto oscuro del término, debido al callejón sin salida en el que me metí a nivel técnico, el cual derivó en una serie tremenda de muñecos que acabaron en la basura al más puro estilo de peli de miedo chunga, en donde en el laboratorio del malo se acumulan frascos con fetos amorfos. Tenía en mente algo muy específico que nunca logré por lo que acabé medio loco encerrado en mi cuarto durante semanas, todo despelujao, gritando improperios y arrojando demonios cubiertos de escayola contra la pared… también he de decir que coincidió en una época de exámenes donde, de todos es sabido, crecen pasiones desmesuradas por aficiones ridículas (o en su defecto se menea uno el ciruelo).

Como época dorada de la obsesión previa al fatal desenlace, mentar una colección de figuras torturadas de la que me vi obligado a desprenderme por culpa de los cabrones de mis colegas a voz de “que chulo, pa mi, tú te puedes hacer otro cuando quieras” y tu puta madre también puede hacer otro cabrón como tu… Cada figura de la serie contaba con dos premisas, el muñeco debía vestir un traje impoluto con su correspondiente corbata y se debía identificar que, aún ligado al aparato de tortura, ya estaba muerto… me pareció bonito entonces. El primero y con todo el encanto de lo naif fue el ahorcado, a éste le siguieron el empalado, crucificado… pero sin duda la estrella de la corona fue el electrocutado… hasta inspiraba serenidad… qué majo.


4.- Gasolina:

¿Quién no ha quemado una gotita de alcohol sobre una baldosa? O mejor una bolita de algodón empapada, o las teclas de un piano (menudas ideas que tienes Jerry Lee Lewis). Quemar alcohol es bonito porque no huele mal, no echa humo, la llama casi no se ve y es chula… pero una vez que pruebas la gasolina quedas cegado por su perfume. Es sucia, huele fuerte, desprende un humo negro que mancha y te apesta la ropa… sin embargo es tan espectacular… nunca decepciona.

Durante muchos años la gasolina fue un elemento de juego más. Con un bidón que tenemos para el corta césped te da para un mundo de posibilidades de entretenimiento… castigar a Gijoes, batallas navales, fabricar piras mortuorias para pajaritos difuntos (no resultó tan romántico como imaginaba). Recuerdo con especial cariño un juego inocente nacido de tal pasión:

En la entrada de casa hay un seto del cual brotan unas pequeñas florecillas violetas, deben ser algo exquisito ya que cuando florecen se llenan de abejas, pero hasta los topes. Un día escuché a mi madre que se quejaba porque ya le habían picado varias veces, y habría que hacer algo… una luz se enciende sobre mi pequeño cráneo y me pongo manos a la obra con tres simples elementos:

Gasolina.

Mechero.

Pulverizador.

No creo que haga falta explicar mucho por dónde iban los tiros, sin más decir que lo realmente bonito era usar la boquilla no en modo pulverizador, sino en “chorrito”. Así se puede apuntar con precisión y eliminar abeja tras abeja cual células cancerígenas, verlas caer como pequeñas bolitas de fuego es realmente espectacular. He de decir que me sorprendió el que jamás me atacasen, mira que las he hecho putadas (como si prenderlas fuego no fuese suficiente) y nunca parecieron molestarse, así que un buen día las tomé respeto y cesó el genocidio. Ahora viven plácidamente y adornan el seto (para ellas será como ir al Carrefour, supongo) y cuando paso siguen sin picarme… ya podían aprender los pueblos del mundo. Por lo que sé a mi madre sí le han vuelto a picar pero en ese conflicto me mantengo al margen, hemos de aprender de los errores del pasado.

El punto álgido de la obsesión y fin de la misma tiene día y fecha concretos, no sé cuáles son pero los tiene. Se trata de un día de verano en el que paseaba por casa con mi inseparable bidón de gasolina súper en busca de aventuras. Me metí en una habitación donde se guardan los cachivaches que se usan para el jardín. No recuerdo bien qué trataba de hacer, sólo que había echado un chorro majo del líquido purificador en el suelo y le prendí fuego. En la primera llamarada dejé de tener flequillo. Me retiré para mantener algo de ceja e intenté apagarlo con lo que más a mano tenía: las manos. Un par de manotazos y mis brazos estaban en llamas así como gran parte del suelo, tuberías de plástico de una depuradora de agua… realmente me acojoné, aunque quizá me da más miedo el pensar hoy que si la llama hubiese llegado al bidón que permanecía abierto lo habría pasado muy mal y hoy sería más feo o, simplemente, pasto de los gusanitos. El fuego se fue como vino dejando mis bracitos perfectamente depilados y con cierto olor a Boca Bits además mi amor por lo inflamable disminuyó; puse el tapón al bidón y me fui con el tembleque aún en las rodillas a disfrutar de la vida de forma sana… sin prenderle fuego.

En breves más.

3 comentarios:

Maribel-bel dijo...

Es divertido leerte, fluído. Al menos el teatro del mundo se antoja más llevadero. Un bico de una gallega..

El Chino Blas dijo...

Muchas gracias majetona. Moitos bicos pra ti tamén doutro galego que ano tras ano vai vindo peligrar a sua galeguidade.
Colle boa butaca e avísame se ves algo entretido nalgures.

Maribel-bel dijo...

Se de cando en vez optas por ler en gallego pequenos retazos de unha vida, éste é o meu blog http://www.xeografiaconesquinas.blogspot.com/. Máis biquiños