14 febrero 2007

Infancia en Galicia, Capítulo 2

Yo para el tema de las fechas y compromisos siempre he sido bastante palomín, vamos, que se me pasan todos; de tal modo cierto día se me metió en la cabeza que era el cumpleaños de un amiguete, tras una de esas conversaciones confusas en las que cada uno dice lo que quiere y entiende lo que le apetece, el zagal, según mi interpretación, me confirma tal evento; así que pienso yo:
-Pues seguro que ya habré avisado a mi madre de que era hoy, qué bien, yo que no tenía nada que hacer esta tarde…
El asunto de avisar a mi madre era especialmente delicado, ya que nuestro autobús no me dejaba a las puertas de mi casa, sino que alguien tenía que ir a recogerme en coche a unos 10 Km.
Llega la parada del cumpleañero (una de las primeras) y me bajo con él.

-¿Cómo es que te bajas aquí?
-Pues pal cumple que es ahora no? o no es ahora el cumple que era hoy, ahora… hoy.
-No!, la semana que viene!
-Andaaaa, que tontería oyes.

Me subo a casa de mi amiguete, que tenía no se qué ostias de clases particulares, así que a mí me meten en una especie de despachito feo de cojones con libros.

-Hala, tu espera aquí, que ya llamo yo a tu madre para avisarle.

Mi madre ya había salido a buscarme, y aún faltaban muchos años para la normalización del móvil, así que de avisarle nada.

-Uy uy uyyy, yo creo que se me va a mosquear… en fín, ahora sólo me queda esperar a ver qué sucede.

Paso las doscientas horas de las clases particulares metido en aquel extraño lugar, sin mi merendola, aburrido de cojones, hasta que en una de estas aparece el padre del chaval para decirme que me iba a llevar él al punto de encuentro, a ver si estaba allí mi madre, y si no hasta casa, pues vale.

Cuando llegamos, y a pesar de que ya había oscurecido, pude localizar rápidamente el coche de mi madre. (Menos mal, por lo menos no me van a tener que criar los lobos.)
Me bajo del coche acompañado del tipo aquel que no me caía especialmente bien y llegamos al de mi madre.
Tremenda sorpresa la que me llevé cuando baja del coche una señora sonriente, se presenta al tipo y hablan de forma desenfadada del pequeño desliz, de lo despistado que es este chaval y demás cosillas. Yo viendo semejante ambiente de buen rollo me apunto a la fiesta, todos reímos y ya sólo nos falta irnos a echar unas cañas… pero la aleta de tiburón comenzaba a asomar la puntica.
Nos despedimos del fulanito que ya empezaba a caerme bien y nos vamos mi madre y yo al coche.

-Jo ama, pues no veas, los muy cutres me han tenido sin merendar, encima como este tenía clases pues ahí metido yo en un cuarto raro, que no se yo pa que servirá ja ja ja, pero todo con libros hasta el techo… y olía raro ja ja y ademas PLAS!!!!
Pedazo de ostia que me arrea mi madre en pleno careto con toda esa mano de pelotari que gasta la jodía.
Yo me quedo absolutamente flipado, ¿Pero que ha pasado con el buen rollo?, mi madre empieza a soltar un desfile de berridos y cosas de esas que ahora ya no se le pueden decir a los críos. Yo me defiendo haciéndome bolita mientras la loca aquella soltaba manotazos mortales mientras conducía.

-Eeeeeeh, sooooo, vamos a dialogar madre, que me parece que aquí hay una graciosa confusión.
-YO TE MATO, YO TE MATOOOOO, aquí esperándote no se cuantas horas ya… bobo, tú siempre igual, a ti te voy a dialogar la cabeza desgraciado!

El caso es que mi madre me increpaba el no haberle avisado del cumpleaños, pero resulta que mi único error fue cambiarlo de día, ya que (cosa extraña) sí que le había anunciado tal evento días antes, así que, en cierto modo y manipulando un poco la situación, todo quedó como un error compartido por ambos. Envalentonado como estaba comienzo a forzar un poco la situación y a pedir responsabilidades así que finalmente mi madre acaba por decirme:

-Bueno, pues para la próxima vez que te portes mal no te pego.
...
...


Meditemos todos juntos hermanos:

Mi madre me pega una ostia, una pedazo de ostia en los morros y posteriormente llegamos a la conclusión de que no era merecida, así que como quien se guarda un Phoskitos para mejor ocasión me veo con un comodín en la mano… puedo hacer una maldad tranquilamente que la ostia ya me la he llevado… por lo que haga lo que haga sólo me quedará el disfrutar plenamente sin cuervos de afilados picos sobrevolando mi cabeza… ¿Tu sabes lo que has hecho madre?, acabas de arruinarme la vida, podría haber sido una persona respetable pero me enseñaste las mieles de la inmunidad. ¿Fue ahí donde comenzaron a torcerse las cosas?
Por supuesto nunca utilicé mi comodín, sigo guardándomelo para una bien gorda.

-Oye ama, verás, que hoy la he liado un poco.
-¿Que has hecho?, ya estoy temblando. (Frase muy típica de Amaia).
-No se muy bien cómo… es que resulta que… es que el tren, que lo he perdido, y como hasta el siguiente tenía cuatro horas pues me he dicho “voy a aprovechar para comprarme un cinturón, que no llevo y se me caen los pantalones” y una cosa lleva a la otra…
-Que has hecho hijo.
-Pues que he destruido el hemisferio Sur… del planeta… Tierra… que de la mitad para abajo ya no hay nada…
-Pero tu eres un enfermo! tu estas mal de la cabeza!… YO TE MATO!!!!
-Quieta madre!, te acuerdas aquel día que…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eres un crack.Sin discusión.

Un abrazo enorme, TIRSO.