Crónica de San Petersburgo:

Querido sobrino Gobo, hoy te escribo desde San Petersburgo, una ciudad muy al Norte de Rusia donde habita gente con unas costumbres tan curiosas como agradables.
En nuestras cavernas el beber no está bien visto si no es en locales habilitados al efecto; pues aquí, en esta preciosa ciudad, es costumbre el vagar por las calles con una birrita en la mano, y quien dice una birra dice una botella de vozka, con dos cojones!. Así las avenidas florecen con seres felices que cantan, abrazan o se dan puñetazos... algo muy folclórico a lo que uno muy pronto se acostumbra e integra a sus quehaceres diarios. Como detalle te cuento que llegué a ver a dos policías jovencitos (no ví uno sólo mayor de veinticinco años) recostados sobre el capó del coche patrulla echando sendas birritas y cigarritos, normal que sea un gremio bastante querido, no como en nuestras cavernas donde gozamos tanto tocándoles los huevos.




Otra cosa sorprendente es el medio de locomoción mas extendido por estas tierras: el coche del vecino. Aquí hay gente que tiene coche y gente que no, seguramente te preguntarás cómo se organizan, muy sencillo, quien no tiene transporte se acerca a la calzada y levanta un brazo y en menos de dos minutos algún amable conductor se dentendrá para comenzar la negociación y listo... negociación que sin miedo se puede hacer en un correctísimo... ruso! porque en San Petersburgo hay sólo dos personas que hablen inglés y encima uno siempre está borracho y el otro encabronado. Como puedes negocias lugar y precio y por un tercio de lo que te cobraría un taxi llegas a tu destino a tiempo para que no se te baje la cogorza, ya que por lo general los San Peterburguesianos conducen a toda ostia, y el tema de los semáforos es más orientativo que otra cosa. Además es gente muy amable y atenta, de esos que si ven que vas a vomitar en su coche oyes, pues te paran y esperan a que termines de llamar a Brrrrrraulio. Esto yo no lo sabía, me lo han contado.

Pero de todas las costumbres curiosas, querido sobrino, la mas llamativa es la de que las mujeres están increiblemente buenas. La mujer rusa de serie es alta, rubia, carita de muñequita inocente y con dos tetas que son dos soles que pugnan por eclipsarse el uno al otro; y sobre esa base las modificaciones imaginable sólo pueden dar lugar a lo que allá en las cavernas llamais una "pedazo jaca". Dichos exóticos seres suelen prepararse hasta extremos que no conocemos, de modo que no es de extrañar ver alguna moza retocándose los labios o algún otro pedazo de carne frente algún anónimo escaparate. Al contrario que nuestras hembras que miran con odio a la que está mas buena (jodida Rosi) aquí parece que dicen: "¿Que se te ve medio culo? pues aun me queda margen para enseñar yo mas". De este modo una pacífica lucha aromatiza una ciudad donde los tíos (feos como demonios sietemesinos) se dedican a mirar orgullosos a sus corderillas mientras ellas pasean por avenidas pisando fuerte... y... ¿Sabes por qué les gusta tanto pisar fuerte? una pista: no es costumbre usar sujetador.
Como podrás comprobar los primeros días en San Petersburgo son duros, muy duros, en los que lo único que haces es maldecir al creador por no haberte puesto más ojos en el cráneo, y todo ello se acompaña de un sentimiento de culpa, ese sentimiento que nuestras jodidas hembras se han encargado de inyectarnos, el no poder deleitarte contemplando un cuerpo espectacular que se contonea ante tí sin pensar que eres un cerdo.
-Mirar tetas no, malo malo, se salen y me saltan al cuello pero no debo verlo como algo sexual, como ser de la misma especie yo la respeto por sus valores que seguro que tiene y su madre que le dice que se abrigue cuando hace frío pero Dios mío vaya piernas como columnas griegas para pasearse sobre mi... y la tengo que tratar como ser humano que es y ella puede vestirse como quiera, pues oye que está más cómoda sin bragas pues no voy a ser yo quien le diga nada porque que alguien me pegue un tiro porque acabo de tener más sexo bajando por el pan que en los últimos seis años y teniendo en cuenta que un fraggle vive ocho pues ahora mismo quiero sumergirme en sus carnes y como decía el sabio "sexo con sangre".
Esta sensación dura lo justo hasta que algún lugareño te cuenta "el secreto" querido Gobo, y esto que te cuento ahora es el verdadero motivo de mi postal, el resto son chorradas para no parecer muy salido; te sitúo:
Ya estamos de acuerdo en que las mujeres se visten de forma muy sensual, normalmente sin sujetador y la forma de caminar debe ser alguna asignatura obligatoria ya desde parvulario. Por ley natural el macho tiende a mirar, para ilustrarlo fijate en esta foto.



Ahora viene el truco: resulta que en esta avanzada sociedad el mirar a una mujer no está mal visto; intentaré usar las mismas palabras con las que me lo explicaron a mí.
-La mujer rusa expresa su femeneidad desde hace no muchos años de modo que todas quieren explotar al máximo sus virtudes físicas, cuidan mucho su cuerpo y vestimenta y... que estan buenas vamos; para ellas la mirada de un hombre es un reconocimiento a ese esfuerzo que hacen y se entiende como un sutil piropo, aún centrando tus ojos únicamente en sus tetas ellas lo entenderán como "que hermoso busto!", y te devolverán la mirada con una sonrisa de agradecimiento. Llevado al extremo el no mirar o, lo que es peor, retirar la mirada a una mujer atractiva es el equivalente a nuestro "quita bicho, fus! fus!" cosa terriblemente ofensiva que puede desembocar en un conflicto diplomático.
Resumiendo, que la cosa tiene cojones: estoy en una ciudad donde el mirar a las mujeres a las tetas y demás carnes es símbolo de buena educación y prácticamente obligatorio, exactamente igual que pasa en nuestras cavernas ¿verdad querido Gobo? sobre todo en las del Norte (no llores sobrino), donde fraggles hembras sólo hermosas con cinco cubatas de "corrección de nivel" divas como ellas solas se pasean mostrando jamón, y el sólo pensar en el número de pechos que tiene puede proporcionarte una bonita patada voladora en la boca.

Con cariño se despide tu tío Matt.