Mi vida continúa plácidamente hasta que un día llego a casa y me encuentro una carta encima de la mesa, no una de esas con tu nombre escrito a mano que ya de tocarlas dan buen rollo, era una carta con sellos y dibujitos de entidades que dan miedo y pesadillas.
Chan chaaaaaaan
Abro la carta y hago circular mi mirada rápidamente entre las líneas buscando un par de palabras clave que me tranquilicen, pero lo único que consigo enlazar es:
Alexander Rodríguez… …mediante esta citación… …juicio de faltas.
El acojone que me entró en el cuerpo no fue ligero precisamente. Un repaso mental de mis últimas malas acciones no me saca de dudas así que tengo que leer la carta con calma, escrita con ese puto lenguaje jurídico que no te dice absolutamente nada hasta la tercera hoja, pero lo que dice te lo crees a pies juntillas. La carta era una citación para declarar en el juicio por el tema del robo de la documentación, también estaba citado un tipo como acusado… bueno, parece que la rueda de la justicia en realidad se mueve.
Sobre cosa de un mes más tarde llega el día del juicio, voy a la segunda planta del garito con el papelito en mano para preguntar dónde tengo que ir, casualidad de las casualidades un fulano estaba preguntando a mi vera por la misma sala… y a la misma hora. (Como decía Bender: “Mier - dá”). Al simpático funcionario de turno no se le ocurre otra cosa que decir, “vais al mismo sitio, ahí tenéis el ascensor”. Claro caramierda, me voy a meter en un cuartito cerrado de un metro cuadrado con el tipo al que he denunciado.
Bajo las escaleras y todo formalico me planto delante de la sala, donde espero cosa de tres cuartos de hora sin saber si alguien me tiene que llamar o qué coño pasa, y eso con mi nuevo amigo sentadito a mi lado, los dos llamando por el móvil a todos los contactos de la lista con la intención de… ¿qué coño de intención?… misterios de la mente humana; llegué hasta a llamar al curro... ¡2 veces!, en fin.
Cuando ya nos llaman para entrar al circo de la nada sale una horda de unos veinte chavales que le preguntan muy educadamente al alguacil:
-¿Podemos entrar?
-Por supuesto chavales, adentro.
-(NOOOOO, coño nooooo, ¿es que no echan nada en la tele a estas horas panda cabrones?)
Pues eso, que allí entramos ciento y la madre a la sala.
-¿Alexander Rodríguez?
-YO!!!!
-¿Puede acercarse al micrófono?
-SI!!!!(me acerco).
-¿Ha puesto usted una demanda choriférica con respecto a los ulfajares de sus berquefires?
-SI !!!! (ni puta idea pero supongo que a eso tendré que decir si, aunque ronda por mi cabeza la idea de ¿qué pasaría si dijese no? Diría el juez –Ah, entonces todos pa casa- ¿?...
-Muy bien, la fiscal le va a hacer unas preguntas, conteste por favor.
-SI!!!!
En este punto tengo que aclarar dos cosas: en primer lugar que aunque tenía delante a unos cuatro fulanos con delantal negro pues yo ni puta idea de quién era quien, supuse que el que más hablaba sería el juez, pero los otros tres ni flores, con el tiempo llegué a descubrir que una chica de aproximadamente mi edad, bastante mona por cierto, era la fiscal, pero ya de ahí no pasé.
El siguiente punto a aclarar es, a saber por qué carajo de proceso mental, había llegado a la conclusión de que iba a responder a las preguntas de forma clara y precisa, así durante los cinco primeros minutos mis respuestas se limitaron a SI o NO a pleno alarido, pero en un tono ridículamente alto… el pobre fulano que estaba grabando el juicio con unos cascos puestos tenía que estar cagándose en todo.
-Le voy a hacer unas preguntas.
-SIIIiiiiiiiIIIII !!!!!
La fiscal empieza a hablar, no me gustaba cómo lo hacía, soltaba parrafadas larguísimas con términos muy técnicos, en un hilillo de voz y mirando hacia la mesa… la verdad es que me sorprendía cómo había podido llegar a ser fiscal tan joven, además parecía un chica tan normalita… vamos, que la ves por la calle y lo último que te imaginas…
-Conteste por favor.
Vaya, maldito problema de atención, como no tenía ni puta idea de qué me había preguntado decidí contarlo todo, miro hacia atrás, veinte personas que miran… bueno, valor, cojo aire y me tiro a la piscina.
El nerviosismo me duró unos pocos segundos, porque en seguida me sentí como el monologuista más pintado, de perdidos al río qué cojones, es más, me permití algún momento de girarme y explicar alguna situación curiosa a mi concurrido público… me habría quedado chuli-que-te-cagas si no me interrumpiese el maldito juez con su.
-Hable hacia el micrófono por favor.
(Pero que poco sentido del ritmo teatral señor, vaya manera de estropear una declaración tan bonita… Y pongo a Dios por testigo!!!...)
Poco a poco relato una historia bastante parecida a lo real, pero mucho más emocionante dónde va a parar… la verdad es que me quedé agustito, ya casi me daba igual qué saliese de ahí, ya tenía mi momento de gloria, además que ese día me había puesto muy guapo… me pregunto si me podrán pasar la grabación del juicio porque sería todo un puntazo, aunque a ver cómo lo pido…
-Mire señor, que estuve el otro día declarando y me quedó todo muy bonito, además que venía con las uñas bien cortaditas y el aspecto lozano que da un buen desayuno.
-¿Y?
-Que si tiene por ahí el deuvedés para enseñarle a mis colegas mientras nos ponemos tibios a birra.
-¿Hijo, no tienes aficiones?
Volvemos. Me siento y le toca el turno al artista, el pobre chico no acertaba a responder a tiempo ni de forma coherente, sin embargo se mantenía muy firme en su postura, él no había robado nada, él no había llamado a la chica, él no conocía de nada a la chica.
Esto tan sencillo bloqueó totalmente el juicio, ya que, de ser verdad, no habría forma posible de relacionarlo con el hecho delictivo.
Ante lo visto y oído se aplaza el juicio hasta el día tal citando como testigo a Jhoana nosequé.
1 comentario:
IMPRESIONANTE.
Cada día me sorprendes más y...MEJOR.
Un abrazo.Tirso.
P.d: espero que todo acabe bien.
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