Y qué agusto me quedé, por Dios, qué satisfacción tan descomunal sentir ese cosquilleo que partiendo de la mano te invade con una sensación de paz, de calidez extrema, de satisfacción por la labor bien hecha…
Iba yo tranquilamente en mi coche, un poco animoso en cuanto a soltura de tobillo, todo hay que decirlo, pasado el peaje de Burgos dirección Vitoria. Había bastante tráfico aunque era fluído, hasta que me encuentro de morros con un megacontrol-que-te-cagas en plena autopista, cantidad de hileras de coches parados y cienes de guardia civiles sembrando el terror.
Al ir un poco más rápido de la cuenta me costó mucho frenar, hasta el punto de que mi coche derrapó un poco y se metió en la cuneta, rozando bien agusto los bajos y quedando plantado al final de la hilera de la muerte, donde el control era demencial… había muuuchos guardia civiles atareados como curris demontando hasta las puertas (no me refiero a los paneles, sino ¡separando las puertas del resto del coche!).
Me hago un poquito el loco, meto marcha atrás, mi coche roza bien la cuneta cuando un agente de la ley levanta la mano acompañándola de una gran sonrisa con la que dice claramente:
-No hace falta que te muevas chato, ya que estás ahí quédate, que te vas a cagar.
Me bajo del coche y me dirijo al fulano con mucha cordialidad pero sin pusilanimidad, de igual a igual, actitud que considero la más adecuada y que mejores resultados me ha dado en estos casos (por desgracia ya van unos cuantos) directamente el tipo saca una carpetita con un papel encima, que ni sé de dónde había salido, y sin mediar palabra empieza a hacer su lista de la compra particular:
-A ver Fitipaldi, rey de la pisa, te vas a pasar los próximos tres años currando para mí…
…Bueno, y todo esto con el fulano del coche de delante pegado a su lado dándole la razón como una mona, haciéndose el escandalizado por mi maniobra, mostrándo lo responsable y cívico que es y lo de acuerdo que estaba con mi castigo merecidísimo, supongo que con la idea de que fuese más indulgente con él cuando le tocase, menudo hijoputa mezquino de mierda…
Que si conducción temeraria, desobediencia (por no detener mi coche en diez metros tras un curva con poca visibilidad en medio la autopista)… luego empezó a hacer una lista de desperfectos que tenía el coche, cosa muy extraña…
-El radiador tiene un agujero, hay que cambiarlo entero, no se puede ir con el coche así…
-…pero se podrá arreglar ¿no?, igual no es necesario cambiarlo…
-…hay que cambiarlo entero, mira el costado, las puertas a tomar por culo.
Quieto parado, digo yo que si mi coche se hubiera quedado mirando en dirección contraria y sobre un costado algo habría notado… una sensación invade mi cuerpo, una sensación de liberación que ya he sentido en alguna otra ocasión.
-Espera, quieto parao, aquí algo no me encaja… estoy soñando.
-Qué vas a estar soñando- me dicen los muy cabrones, pero que miserables… !intentando convencerme de que no, de que todo era real y me iba a comer el marrón!.
-Los cojones, un guardia civil y… tú, intentando convencerme de que no estoy soñando??? Confirmado!
De repente todo el mal rollo desaparece, el coche me importa una mierda… posiblemente sólo tenga unos segundos de lucidez. Aunque en el manual que se nos entrega a los hombres al nacer dice claramente que si te encuentras en un sueño lúcido tienes que correr como un poseso a follarte todo lo que se menee, luego si quieres puedes volar o algún otro truco guay, lo ví clarísimo, entendí a quien tiene una aparición mariana o el mismo Dios se le presenta para contarle alguna gran verdad… estará pirao, pero no puede negar lo que ha visto, es imposible convencer mediante la razón de que está equivocado… y mi revelación era igual de poderosa.
Giro mi cuerpo notando mi cintura especialmente elástica pero robusta, noto el peso de mi tronco, mis hombros, mi brazo…. hasta los dedos son cada uno pesadas piezas elásticas con una fuerza enorme. Cuando estoy totalmente girado catapulto mi tronco que arrastra consigo el hombro, brazo, mano… ganando en velocidad y peso, hasta que la palma alcanza el jeto del guardia civil que me mira bastante asombrado. El sonido del sopapo es gloria pura, más reconfortante que el aplauso de un estadio de futbol repleto… y poder contemplar su cara de impotencia… qué gozo.
Ya que estaba le solté otro sopapo, menos gozoso pero igual de simpático, al hijoputa del pelota ese. He de decir que no fue por rencor, es que estaba ya todo envalentonado e imagino que si hubiese cruzado por allí la madre Teresa también se habría llevado un sonoro soplamocos.
Será un sueño, pero juro que hacía muchos, muchos meses que no me levantaba tan feliz, tan satisfecho… ni Kellogs All Bran ni gaitas, un sopapo a un guardia civil y meses de paz interior asegurada. (A ver si llega ya la realidad virtual)
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