Una de las cosas que uno aprende cuando se hace viejo es que esas personas a las que tanto respetabas antaño son, en el mejor de los casos, gilipollas. Más cambios que imprime la madurez: el tiempo que se tarda en perderle el respeto a un ser humano.
Ayer tuve un par de reuniones, una discurrió sin problemas (quizá porque ya tenía asumido que estaba ante dos gilipollas, así que ya sabía a qué atenerme. La segunda reunión fue más peculiar ya que aunque en primera instancia estaban convocados sólo dos fulanos en la parte del cliente acabaron apareciendo seis.
Hace un par de años habría sido una de esas situaciones en las que uno se pone nervioso y las palabras "miedo escénico" adquieren una tercera, cuarta y quinta dimensión; pero parece ser que el truco está en pensar: Gilipollas#1, gilipollas#2, gilipollas#3, gilipollas#4, gilipollas#5, gilipollas#6.
(Nótese lo sencillo que es extender este método a mayores grupos de gilipollas).
Como críos en el patio del colegio seguimos discutiendo y manteniendo la misma lucha de poder. Seguimos intentando hacer ver lo mucho que valemos y lo prescindible que es el de al lado, que cuando hablamos se detenga el mundo y se gire para contemplarnos con admiración... y todo esto con absoluta independencia del tema que se esté tratando y su importancia... y desde un punto de la mesa contemplo atónito cómo nos apuntamos con afilados índices mientras reprochamos al de al lado lo paquete que es, y sin darme cuenta Bill Plympton ha tomado las riendas de la realidad y la saliva vuela de unas bocas a otras, se levantan puñados de papeles bien alto y se agitan hasta que un mar de tablas y diagramas nos cubren las rodillas, a un tipo muy moreno se le ven los pelos del pecho, dos se enzarzan en un bucle de “déjame hablar que nunca me dejas hablar”-“déjame hablar que nunca me dejas hablar” uno que no se sabe de dónde ha salido pide que se le explique todo desde el principio (meses de trabajo), otro dibuja en una pizarra y hace anotaciones con letra que nadie entiende… la reunión acaba y por grupos van abandonando la sala sonriendo y con el brazo sobre los hombros de otro mientras hablan de un sitio cojonudo donde van a comer.
Con tristeza asumo que yo también soy gilipollas, sólo espero no estar muy arriba en la escala.
2 comentarios:
Cuanta sabidura.Apoyo tu "moción":
CUANTOS GILIPOLLAS y añado:
CUANTA PUTA Y YO QUE VIEJO.
Y cuanta puuuta
y yo que vieeejo
que grandes los siniestro eh?
Un besazo amor mío, el 30 tengo tu trono reservado, vamos a superar nuestras mejores fiestas campeón
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