20 enero 2012

Te metes tu opinión por el ojal, EMMO.

Como la opinión es gratuita parece que es obligatorio darla, y recibirla.
Hace unos meses un amigo publicaba un disco, me mandaba lo que era una maqueta muy elaborada, (que en algunos aspectos terminó siendo mejor que el album publicado). Pues como buen gilipollas no se me ocurre otra cosa que...
-Está bien, está muy bien, pero mira una cosita.
Una cosita, tu puta madre una cosita. Una cosita pequeñita es lo que me importa tu opinión.
Pero claro, esto solo lo ve uno cuando le toca a el. Y ahora me esta tocando a mi y me estoy cagando en las opiniones... Si es por ayudar eh? Es critica constructiva... Hijoputa.
Acaso te crees que necesito tu mierda de crítica constructiva? Me he tirado horas y horas currando, corrigiendo, rehaciendo... para que vengas tu, iluminado de los huevos, y en cinco minutos me sueltes tres sandeces de un tema del que no tienes ni puta idea? Pero nada oye, que como la opinión es libre y hay que respetarla... O no, ¿por qué hay que respetarla? ¿En qué momento de la historia perdimos el derecho de mandar a alguien a tomar por culo con su opinión bajo el brazo? No me imagino yo a Robert Mitchum diciéndole a alguien:
-Vaya, lamento que me diga usted eso, que eche mierda por encima de mi trabajo y esfuerzo, así, sin despeinarse, y la bofetada esta que tengo colgando de la mano, que me chorrea no se la voy a zumbar, me la guardo por respeto a su opinión.
¿Quieres dar tu opinion? Pues pon la tele o la radio, y le mandas un correo al autor de turno diciéndole... -Esta bien, si en el fondo está bien, pero mira una cosita...
Que parece que por ser amigo o familiar de alguien tenemos derecho o tocarle los huevos, ostia ya.

No hay comentarios: